Historia

Historias de la Historia, contadas en el asiento de un Jeep

Quien el pasado sábado caminara por el Valle del Esgueva, del Jaramiel, y del Cuco; se protegiera del sol a la sombra de las murallas del Castillo de Encinas de Esgueva; se perdiera por las calles de Peñafiel y por su histórico coso; o que, ya en mañana de domingo, pasease por las calles de Valladolid, quedaría sorprendido pensando que estaba en pleno «Dia D, Hora H», en medio del desembarco de Normandía. Y esta sorpresa vendría de la mano de una columna, palabra que encaja como un guante a la escena, de treinta veteranos Willys, la mayoría en vestimenta militar, que aparecías ante sus ojos.

Y es que caminos, carreteras y calles vallisoletanas, han sido escenario de la «X Nacional Valladolid 2021», concentración organizada por el Club Jeep Willys Clásico. «Hemos contado con setenta participantes en más de treinta vehículos, procedentes de diferentes partes de España , como Cataluña, Andalucía, Cantabria, Valencia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra o Castilla y León», nos cuenta Francisco Román Pérez, presidente de este club de carácter nacional, y organizador del encuentro, que lo define como una oportunidad para «difundir el uso y disfrute de estos vehículos cargados de historia que, sin el trabajo y a afición quienes los han recuperado y restaurado, habrían terminado sus días destruidos por el óxido o en un desguace».

S. de G

Una afición al alza

Para Román, la afición por los Willys está muy viva: «cada año aumenta el número de socios. Y lo hace con un ritmo regular, es decir, que no se trata de una moda pasajera, y además con una media de edad que baja pues se suma mucha gente joven». Y también hace hincapié en otro aspecto: «es una asociación con aficionados de todos los ámbitos sociales, de variadas ideologías, aquí no hay puertas, estamos todos unidos por nuestra pasión por un vehículo que forma parte de la historia»

Y no es gratuito hablar de historia pues entre los participantes, por ejemplo, hay varios Willys MB fabricados entre 1941 y 1945, en plena II Guerra Mundial. Este es el caso del de la familia Llasera que, como señalan sus dueños, «se fabricó en 1943 y estamos seguros que participó en el Desembarco de Normandía y, posteriormente, sirvió en un cuartel francés».

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Si los MB se fabricaron en un alto número (hablamos de seiscientos mil), es más raro encontrar los M38, de los que se hicieron unos sesenta mil. Jesús Sustacha nos habla del suyo: «Es una versión anfibia, con la admisión y el sistema de escape elevados y el sistema de encendió protegido para poder vadear sin que le afecte el agua». Si los MB hicieron la II Guerra Mundial, los M38 también estuvieron en el frente, como nos cuenta su dueño: «llegaron al final de la de Corea pero donde entraron de pleno en acción fue en la de Vietnam». También Sustacha nos habla de la vida actual de su M38, más pacífica pero bastante activa: «lo he utilizado en viajes largos. Me gusta mucho conducir, el sonido del motor, las vibraciones del volante…, son sensaciones muy especiales que no te da ningún otro vehículo».

Historias y curiosidades

Según pasamos revista a los vehículos nos vamos encontrando con nuevas historias, que nos va contando nuestro amigo Paco Román: «Los Willys son muy interesantes y están llenos de curiosidades. Por ejemplo, los focos son articulados, se podían dirigir hacia arriba y así, con varios coches alineados, se balizaba un campo de aterrizaje. Y continúa con otro aspecto: «los neumáticos tenían el dibujo de tal forma que no se sabía el sentido de la marcha, y de esta forma despistar al enemigo». En esta misma línea incorporaban un recuperador para no dejar rastro de aciete. También la estrella sobre el capó tenía su papel: «era para ser identificado sin problemas desde el aire por los pilotos y así evitar el fuego amigo».» Y el pico que acompaña a la pala, sujeto en la parte lateral, tenía un fin diferente al que muchos imaginan» – continúa el presidente de la asociación – «según el manual de uso del vehículo, el pico, en caso de avería o de cualquier otro problema que nos inmovilizara, se debía utilizar para destruir el Willys y así evitar que cayera en manos del enemigo».

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Tras la II Guerra Mundial, el Willys sería utilizado por diversos ejércitos y, según pasados los años, fabricado en varios países del mundo, entre ellos España. Así en la concentración se podía ver no solo Willys americanos sino también, tanto de «uniforme» militar como con «vestimenta» civil, varios Jeep Viasa CJ 3B, construidos entre 1959 y 1983 por Carde y Escoriaza, en Zaragoza. Las primeras unidades se hicieron con material de excedente americano, pero luego ya eran fabricadas cien por cien en España, bajo licencia. Utilizaron motores Go Devil de gasolina, que eran los originales que empleaban los Willys MB y Ford GPW del ejercito americano. Pero más tarde, hablamos a partir de 1974, se montaron los diéseles Perkins.

Mientras las variantes de gasolina se utilizaron mayoritariamente por la Guardia Civil y el ejército, los diésel ya se comercializaron bastante para uso civil. En la concentración también se podía ver un CJ-6, una versión alargada, propia de Viasa y que no tenía equivalente en el modelo americano. Y el Jeep Comando, también comercializado por Viasa, otra de las muchas variantes que tendrían su origen en el Willys. El Comando de Viasa estaba fabricado siguiendo la línea del Jeepster Commando americano, y se montaron diferentes motores: Barreiros, Perkins, Hurricane, e incluso un V6 destinado a la exportación a Sudamérica.

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Y no faltaron en la cita «invitados especiales», como un interesante Land Rover 88 Vadeo CSR, o un Kübelwagen alemán, pero eso, ya saben, son otra historia.

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