El oscuro pasado de 5 personajes de la historia
La admiración que provocan algunos de estos rostros es mundial, pero ¿qué tanto conocemos de ellos en realidad?
Son personajes idolatrados y con un ápice de aporte en la historia mundial, muchos los reconocen y quienes apenas han nacido quizás aprenderán de ellos en sus escuelas, o escucharán sus nombres en los medios de comunicación. Sin embargo, algunos de los nombres más pronunciados esconden un oscuro pasado que deberíamos recordar.
Malcolm Otero y Santi Giménez recopilan algunos casos en su libro El club de los execrables (edición B), además en la revista ICON han completado la lista con otras figuras mundialmente reconocidas cuya conducta sorprende a los lectores y aviva la figura de su recuerdo
1. Teresa de Calcuta: ¿un merecido Nobel de la Paz?
Agnes Gonxha Bojaxhiu, ese es el nombre real de Teresa de Calcuta (Macedonia – India, 1919-1997). Problamente la monja más famosa de la humanidad, se la recuerda en la historia como una mujer que dedicó su vida a ayudar a los más necesitados y terminó convirtiéndose en una metáfora del bien, gracias a ello ganó el reconocido Nobel de la Paz.
A pesar de ello, la aclamada monja tenía otra cara, según la publicación. “Teresa de Calcuta creía necesario el sufrimiento de los pobres, solo aceptaba el divorcio en las casas reales y adoraba el dinero de los ricos”, aseguran Malcolm Otero y Santi Giménez en el libro El club de los execrables.
Además, una tesis elaborada entre las universidades de Ottawa y Montreal descubrió que las misiones de la Madre Teresa eran casas de la muerte. “A los pobres les pidió resignación y los ayudó a morir, pero sin darles cuidado profesional”, cuenta un artículo de El País titulado ‘El lado oscuro de la madre Teresa de Calcuta’, escrito por la periodista Ana Gabriela Rojas, en la que se cuenta como la congregación de las Misioneras de la Caridad, fundada por la histórica monja, recibió millones y millones de dólares con paradero desconocido.
“Con esa fortuna podría haber ayudado a vivir mejor a los enfermos”, contó Aroup Chatterjee, doctor de Calcuta residente en Londres. El doctor consideraba que Teresa de Calcuta dedicó su vida a expandir el catolicismo más fundamentalista, pregonando el culto al sufrimiento.
2. Elvis Presley: demos un paseo por el cementerio
Un ícono de la música estadounidense, Presley fue uno de los personajes más famosos del siglo pasado, lo apodaron El Rey ya que vendió millones de discos, participó en decenas de películas e hizo una gran fortuna a lo largo de su carrera. A pesar de que no creó el rock and roll, fue parte fundamental para que el género musical llegase a todos los rincones del planeta.
Otero y Giménez se refieren a esta estrella musical como un ser sin límites, “Elvis era un ser inestable que se pasaba los rodajes drogado. Era adicto a las anfetaminas y la cocaína, que le permitían mantener el ritmo de trabajo, y los somníferos, que le ayudaban a conciliar el sueño a pesar del coctel que se metía en el cuerpo”.
En el libro, ambos autores cuentan que la vida personal del artista era “mucho más ordenada que sus ideas políticas”, ya que era un ser humano obsesivo e inmaduro. También mencionan su retorcido enamoramiento con Priscilla Beaulieu, cuando aún era una menor de edad y tenía solo 14 años, la adolescente la pasó en Graceland consumiendo pastillas con Presley. La expareja contó en su libro ‘Elvis y yo’, cómo Elvis la llevó a dar una vuelta por el depósito de cadáveres de Memphis para poder ver a los muertos. Priscilla acabó fugándose con Mike Stone, su maestro de artes marciales.
Por otro lado, incluso llegó a ‘ofrecerse’ como agente secreto para el expresidente Nixon, con el fin de ‘luchar contra las drogas’ –a pesar de haber sido un consumidor habitual– y ‘poner un fin a los hippies y los negros’. “Preocupado por una sociedad en declive, una juventud torcida por las drogas y un país amenazado por el comunismo y por la tensión racial que generaban los negros al demandar igualdad de derechos, Elvis Presley pidió a Nixon en 1970 una chapa de agente federal”, contó Javier del Pino en un artículo de El País titulado “Deme una placa de agente federal”.
3. John F. Kennedy: la utilizada máscara moral
Uno de los presidentes de Estados Unidos más famosos (el 35.º del país). Recordado como un hombre juvenil y carismático. Aires de liderazgo desprendían en su mandato, evitó una guerra nuclear y puso el foco en los derechos civiles, llenando al país con una época de optimismo.
Sin embargo, el rostro oculto comenzó a desmoronarse posterior al escándalo que lo involucró en el engaño constante a su esposa, además de su relación con insignes miembros del crimen organizado como Sam Giancana (expuesto por la prensa como un mafioso estadounidense, jefe de ‘Outfit Chicago’).
Una examante de Kennedy habría confesado en People que entregaba regularmente sobres del presidente al mafioso. “Kennedy se pudo comportar de esa manera con tantas mujeres porque al principio de los sesenta los periodistas no escribían sobre la vida privada de las figuras políticas. Parecía que era una cuestión de etiqueta masculina”, comentó a El País, Jed Mercurio, autor del libro Un adúltero americano.
John F. Kennedy era visto como fascinante debido a que estaba lleno de contradicciones, opinó el escritor, “Era un político moral que se comportaba de manera inmoral en lo personal”, concluye Mercurio. El politólogo Larry Sabato también afirmó que tanto él como su hermano ignoraron las libertades civiles para iniciar a relacionarse con el director del FBI, J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, un personaje en la historia estadounidense que se adueñó de destinos y voluntades, actuando por encima de la ley, explicó Julián Elliot en La Vanguardia.
4. Mahatma Gandhi: pacifista con tintes racistas
Uno de los impulsores de las protestas pacíficas, representante del movimiento pacifista y predicador del ahimsa, un concepto espiritual que aboga por la no violencia y el respeto a la vida. “Ha pasado a la historia como un tipo admirable, casi santo, que quiso integrar las castas más bajas de la sociedad y protestar contra las injusticias de forma pacífica”, explican Malcolm Otero y Santi Giménez en su obra.
Sin embargo, afirman, sus escritos dejaron el rastro de racismo y clasismo con el que vivió a lo largo de su carrera, mientras abogaba por el movimiento de paz. Durante la época en la que trabajó como abogado en Sudáfrica, Gandhi estipuló: “La raza blanca en Sudáfrica debería ser la raza predominante”, “los europeos intentan degradar a los indios al nivel de los negros, que solo se ocupan de cazar y cuya única ambición es tener ganado para comprar una mujer”.
En su vejez fue acusado de dormir con chicas jóvenes desnudas –incluso con una menor de 17 años, pareja de su sobrino–, actos que llevaba a cabo como ‘pruebas’ para probar su castidad, cuentan los autores. En una carta que envió en 1945, evidenció estos hechos, donde escribió que “las mujeres o niñas que han estado desnudas conmigo”.
En 1944, el diario The Times llegó a pedir en un artículo acumulado de ironía para los seguidores de Gandhi, que le compraran una manta a su líder espiritual, en respuesta al argumento de Mahatma, quien insistía en dormir con jovencitas para probar su celibato y además para ‘calentarse’.
5. Antoine de Saint–Exupéry, autor de ‘El Principito’: entre inspiración y adulterio
El aviador francés conocido por su obra icónica El Principito desapareció en el Mediterráneo durante una misión en la Segunda Guerra Mundial. Antoine de Saint-Exupéry (Francia, 1900-1944) es mundialmente conocido por ser el autor de un libro traducido a más de 250 idiomas, que se mantienen rondando por los ojos del mundo.
El biógrafo y corresponsal de The Guardian, Paul Webster, afirma que la mujer de Saint-Exupéry, llamada Consuelo Suncín-Sandoval, era una adinerada salvadoreña nacida en 1901, quien fue la principal inspiración del aviador a la hora de crear el actual clásico de la literatura universal.
Sin embargo, la familia del francés nunca aceptó a Consuelo por ser una mujer extranjera y anteriormente divorciada. La hermana del escritor, Simone de Saint Exupéry, se refería a la latina como una ‘mujerzuela’. Mientras que el autor del clásico la engañó con una decena de mujeres sin molestarse en ocultárselo a su pareja.
En el manuscrito La memoria rosa, escrito por la propia Consuelo, la salvadoreña cuenta las constantes ausencias de su pareja, además lamenta las infidelidades por parte de su marido y la forma en que demostraba su adulterio sin vergüenza alguna. Entre líneas de dolor lo acusa de haber sido una persona egoísta e infantil. Se refiere al aviador como un hombre “cruel, negligente, avaro y derrochador”.Fuerte El Universo.