EL HOLOCAUSTO : la liberación de auschwitz, rescatados del infierno nazi
El nombre de Auschwitz representa en la actualidad la barbarie y la depravación máxima en la que puede caer el ser humano. Las imborrables imágenes que salieron a la luz tras la liberación de este campo de exterminio nazi por el Ejército Rojo sólo nos permiten atisbar la superficie de un infierno terrible que los supervivientes no han dejado de pedir que nunca se olvide para que no se repita
aquel 27 de enero de 1945 fue especialmente frío. Eran casi las tres de la tarde cuando una avanzadilla de la 332º división de infantería del Ejército Rojo se topaba con una enorme verja donde, en lo alto, se podía leer Arbeit Macht Frei (el trabajo os hará libres). Ante ellos se abría el mayor campo de exterminio construido por los nazis en Polonia: Auschwitz. Aquella fecha ha quedado inmortalizada a nivel mundial como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS
Auschwitz era un gigantesco complejo compuesto por tres campos de prisioneros: Auschwitz I (el campo original), Auschwitz II-Birkenau (campo de concentración y exterminio) y Auschwitz III-Monowitz (campo de trabajo), además de otros campos satélites. Cuando los soviéticos hicieron su entrada allí, la mayoría de los guardias ya había huido, anticipándose a las consecuencias que traería la llegada del avance del Ejército Rojo después de su victoria meses atrás en el transcurso de la Operación Bagration, que representó la liberación de toda la Unión Soviética ocupada por los nazis y dio paso a la ofensiva de los rusos en Polonia, hasta llegar finalmente a Alemania. “Estuve en Auschwitz. Vi todo con mis propios ojos. Te amo ahora aún más. Por favor, no pierdas la calma: esto no va a volver a pasar, mamá. Nosotros nos vamos a asegurar de ello”, escribió Vladimir Brylev, soldado del Ejército Rojo, en un carta a su madre. Cuando los soldados soviéticos entraron en Auschwitz, los recibió un hedor insoportable. Frente a ellos, sólo vieron montones de zapatos, algunas personas en condiciones infrahumanas vagando sin rumbo, cadáveres en el suelo y niños atemorizados en barracones gritando “¡No somos judíos!”.
En ese momento quedaban 2.819 prisioneros en Auschwitz. Pero para muchos la liberación llegó tarde. Centenares de presos, demasiado débiles, murieron en sus camas o hacinados en los barracones. Para los soldados fue muy difícil establecer un vínculo de confianza con ellos y hacerles comprender que pertenecían al ejército soviético y estaban allí para liberarles. Ivan Martynushkin, uno de los soldados de la avanzadilla contó: “Al principio había cautela, por nuestra parte y por la de ellos. Pero luego se dieron cuenta de quiénes éramos y empezaron a darnos la bienvenida, a mostrar que sabían que no debían temer, que no éramos guardias ni alemanes”.
LA INDUSTRIA DE LA MUERTE
Los soldados soviéticos que llegaron al campo aquel 27 de enero de 1945 encontraron 370.000 trajes de hombre, 837.000 vestidos de mujer, 44.000 pares de zapatos y 7,7 toneladas de cabello humano, que, según cálculos de la época, corresponderían a unas 140.000 personas. Como apunta el politólogo y periodista Germán Padinger a través de Infobae, “Se calcula que 1,3 millones de personas fueron enviadas a Auschwitz entre 1940 y 1945, y al menos 1,1 millones fueron asesinadas allí según los datos del Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto. Se calcula que durante la guerra, en todos los campos de concentración y de exterminio seis millones de personas fueron asesinadas por los nazis por el mero hecho de ser judías, mientras que once millones más murieron por pertenecer a otras minorías, incluidos civiles y soldados soviéticos y polacos capturados en combate”.
Se calcula que 1,3 millones de personas fueron enviadas a Auschwitz entre 1940 y 1945, y al menos 1,1 millones fueron asesinadas allí.
Primo Levi, el gran pensador judío del Holocausto, que estuvo preso en Auschwitz III-Monowitz, señalaba que Auschwitz representó “la industrialización de la muerte a una escala inimaginable”. La vida humana no significaba nada más que un número tatuado sobre el brazo de una persona indefensa que sólo estaba a la espera de ser enviada a la “ducha”, donde las víctimas eran rociadas con gas tóxico para, a continuación, ser llevadas a los hornos crematorios y, desde allí, a las fosas comunes. Aquella aniquilación planificada contemplaba asimismo experimentos genéticos y la práctica de la eugenesia (un sistema de perfeccionamiento de la especie humana mediante el criterio racista de selección). El oro de las dentaduras de las víctimas fue fundido para engrosar las reservas del Reich, e incluso las cenizas de los muertos fueron recicladas como fertilizantes.
COBERTURA MEDIÁTICA
V. Letnikov, uno de los soldados soviéticos que llegaron al campo días después, lo describió así en una carta enviada a su esposa: “Ayer examinamos un campo de exterminio para 120.000 prisioneros. Postes de dos metros de alto con alambrada electrificada encierran al campo. Además, los alemanes pusieron minas en todos lados. Hay torres de vigilancia con guardias armados y ametralladoras cada 50 metros. No muy lejos de las barracas hay un crematorio. ¿Puedes imaginar cuántas personas deben haber quemado los alemanes ahí? Al lado de este crematorio destruido, hay huesos, huesos y pilas de zapatos que llegan a varios metros de altura. Hay zapatos de niños en la pila. El horror es total, imposible de describir”. Y es que como explica Germán Padinger, “aunque los soldados rusos habían experimentado en carne propia la crueldad de la Wehrmacht (fuerzas armadas de Alemania en ese período) y especialmente de las SS, famosas por sus grandes matanzas de civiles en Ucrania y otros territorios entonces soviéticos, no podían imaginarse lo que encontrarían en Auschwitz”.
A pesar de que otros campos ya habían sido desmantelados y parcialmente destruidos por los nazis en su huida, el hecho de encontrar prisioneros vivos en ese terrible estado, cientos de cadáveres apilados y la evidencia de un plan bien organizado de extermino era algo inimaginable y quedó marcado a fuego en las mentes de todos aquellos soldados.
RECORDAR PARA NO REPETIR
Existen muchos testimonios de primera mano que relatan el horror que presenciaron los soldados rusos que liberaron Auschwitz. Por ejemplo, el corresponsal de guerra Konstantin Simonov dijo a sus editores en Moscú que su mente todavía se negaba a creer lo que había visto y les advirtió de que ellos estaban a punto de ver algo “inmenso, aterrador e incomprensible”; asimismo, el coronel Georgy Elisavetsky dijo que al recordar las imágenes del campo, “la sangre se me hiela de sólo pensarlo”. Por su parte Anatoly Shapiro, comandante del regimiento 1085°, declaró: “Había visto mucho en esta guerra. Había visto a gente inocente morir, gente colgada, incluidos niños, gente quemada, pero no estaba preparado para lo que vi en Auschwitz”. Vassily Petrenko, general del ejército soviético, escribió: “Yo, que había visto gente morir a diario, quedé estupefacto ante el odio indescriptible de los nazis hacia los prisioneros, que se habían convertido en esqueletos. Había leído sobre el tratamiento de los nazis para con los judíos en varios folletos, pero no había nada allí sobre el tratamiento que tenían con las mujeres, los niños y los ancianos. Fue en Auschwitz donde me enteré del destino que habían sufrido los judíos”.
Había visto a gente inocente morir, gente colgada, incluidos niños, gente quemada, pero no estaba preparado para Auschwitz, dijo Anatoly Shapiro, comandante del regimiento 1085°.
A pesar de que liberar Auschwitz en principio no se encontraba entre los objetivos del Ejército Rojo, la liberación del campo se produjo cuando los rusos avanzaban en persecución del ejército alemán. Rápidamente se prestó atención médica a aquellos que la necesitaban y se construyó, con ayuda de la Cruz Roja polaca, un hospital de campaña para tratar a los prisioneros más graves, según explica Dan Stone, catedrático de Historia Moderna y Director del Instituto de Investigación del Holocausto en Royal Holloway, en su libro The Liberation of the Camps: The end of the Holocaust and its Aftermath (La liberación de los campos: el fin del Holocausto y sus secuelas). Los primeros meses, mientras se combatía muy cerca de allí y los suministros escaseaban, fueron muy duros. Muchos de los enfermos, especialmente aquellos que padecían tuberculosis y otras enfermedades graves, perdieron la vida.
Poco antes de la rendición de Alemania, y con la llegada de la primavera, la situación se estabilizó y la mayoría de los supervivientes fueron trasladados a barracones para que pudieran recuperarse. De hecho, más allá de la falta de cobertura mediática ofrecida por la Unión Soviética, el Ejército Rojo se aseguró de registrar con el máximo detalle posible la magnitud de la barbarie nazi. Por eso, gran parte de lo que hoy sabemos sobre el horror de lo sucedido en Auschwitz es gracias a este ingente trabajo de documentación Fuente..Historia National Geografic